miércoles, 22 de agosto de 2007

La loca, loca historia del Flogisto

Uno de los principales logros del hombre desde sus inicios es el descubrimiento, reproducción, masificación, comercialización, diversificación y apagado del fuego. Y a partir de ese descubrimiento vinieron la veneración y la explicación del mismo.

Como sabrán (y si no se enteran ahora) la química deriva de la alquimia, "ciencia" predominante durante siglos, que pretendía entre otras cosas buscar en un contexto filosófico-religioso la forma de convertir los metales en oro y la mortadela en paleta de primera. Entre las explicaciones de los alquimistas del siglo XVI resultaba que el fuego era el resultado de algún "azufre" que contenían las sustancias combustibles. Obviamente esto no convenció a muchos...

En la segunda mitad del siglo XVII, Johann Joachim Becher, economista, político, médico, alquimista, verdulero y alemán, distinguía dentro de los clásicos 4 elementos "Empedocledianos" (aire, agua, tierra y fuego) tres clases de "tierra": mercurial, vitrificable y combustible (algunos manuscritos agregan un cuarto tipo de tierra: "la de abajo de la alfombra"). Y era justamente la tierra de tipo combustible la que se liberaba por acción del fuego. Entre los logros científicos de Becher también pueden mencionarse la afirmación del multifacético alemán de poder obtener oro a partir de la arena y una obra de título "Sabiduría loca y locura sabia".J.J. Becher, caracterizado como Rubén Rada

Pero la cosa no quedó ahí, fue justamente la "tierra combustible" de Bechel la que en el siglo XVIII toma Georg Stahl, un médico alemán de la escuela yatroquímica, para darle forma teórica al asunto: aparece así la "teoría del flogisto". En base a la misma se suponía que cuando una sustancia ardía, se desprendía de ella en forma de llama una sustancia llamada "flogisto", casualmente el tema que nos convoca. De acuerdo a esta teoría, las sustancias que arden rápidamente, dejando muy poca ceniza, contienen gran cantidad de flogisto y viceversa; por ejemplo: cuando en una cuchara de hierro se calienta una pequeña cantidad de plomo pulverizado, se funde, luego se quema y forma un polvo amarillo. Según la teoría de Sathl ese polvo es ceniza de plomo (o sea plomo menos flogisto).
Georg Stahl, después de comprarse una peluca nueva

El gran sustento a esta teoría es que si a las "cenizas" de un material se le agrega una sustancia rica en flogisto (entre ellas consideraban al carbón), las mismas se volverían a transformar en el material original; de hecho si al polvo amarillo derivado del plomo se lo calienta junto a carbón, vuelve a obtenerse... plomo!. Este hecho hizo que la teoría del flogisto perdurara poco más de un siglo (no es moco de pavo para una teoría ni para una persona).

Dentro de los creyentes en la teoría del flogisto se encontraba Joseph Priestley, un eclesiástico inglés aficionado a la ciencia. Priestley estaba experimentando con un polvo rojo que había obtenido al calentar mercurio en un crisol abierto; pero no se quedó con eso, decidió calentar el polvo y recoger cualquier gas que se desprendiera. El gas recolectado tenía dos cualidades muy interesantes: una vela ardía más tiempo y con mayor intensidad cuando se colocaba dentro de una campana que lo contenía; además un ratón encerrado dentro de una campana que contenía ese gas vivía tres veces más que un ratón dentro de una campana que contenía aire (De esto se deduce que Priestley, además de velas y ratones, tenía una fábrica de campanas).

Joseph "Elvis" Priestley

El análisis de Priestley era el siguiente: si la vela al arder desprendía flogisto, el gas que aisló permitía al flogisto escapar con mayor facilidad; cuando el gas se saturaba de flogisto, la vela se apagaba. El científico llamó a ese gas "aire deflogistizado" y durante 1774, en una de sus estadías en París, habló de su descubrimiento con el más brillante químico de Francia: Antoine Laurent Lavoisier.

Lavoisier, "Lavó" para los amigos (lavó en francés), nacido en París (si bien todos los niños provienen de ahí, Lavó parece que decidió quedarse), hizo de todo para convertirse en el más grande químico de la época como que estudió y se licenció en Derecho en 1764, participó de la Administración pública como recaudador de contribuciones al Estado (1768), inspector de la fabricación de la pólvora (1775), miembro del Comité de Agricultura (1785) y de la Asamblea provincial de Orleans (1787), diputado suplente de los Estados Generales (1789) y secretario del comité para la uniformidad de pesos y medidas (1787) por lo que se deduce que la juntaba en pala. También perteneció a la Academia de Ciencias, de la que fue director (1785, le decían "El Dire" o Le diré en francés) y tesorero (1791). También fue guillotinado durante la Revolución Francesa por ser miembro de una oficina recaudadora de impuestos (1794), aunque esto último no se cuenta como uno de sus méritos precisamente.

Antoine Lavoisier, posando para una campaña publicitaria
(Durante su breve paso por la agencia de Pancho Dotto)


En fin, Lavoisier era un gran recopilador de información sobre la combustión y aceptó la experiencia de Priestley, aunque no al flogisto. El futuro "Padre de la Química" dio vuelta toda la estructura de pensamiento sobre la teoría: ¿podría ser que cuando las sustancias arden se unen con algo del aire, en lugar de desprender algo?. Esa pregunta, que actualmente podría considerarse simple, anunció el nacimiento de la química moderna... tomá mate.

La prueba experimental para el razonamiento de Lavoisier fue calentar mercurio en un recipiente de vidrio sellado durante doce días y, cuando la mayor parte se convirtió en polvo rojo Lavoisier verifició que no hubo aumento de peso dentro del recipiente. Cuando rompió el sello verificó que el aire entraba violentamente; eso indicaba que parte del aire dentro del recipiente se había consumido durante el calentamiento y dejaba espacio para más aire. Luego Papá Lavoisier invirtió el experimento: calentó el polvo rojo obtenido y verificó que se desprendía un gas, que coincidía con el "aire deflogistizado" de Priestley. Concluyó que el gas que había en el aire era el responsable de la combustión. Lavoisier bautizó a ese gas con el nombre de Oxígeno.

Así como el frío no es otra cosa que la ausencia de calor, el flogisto no vendría a ser otra cosa que la ausencia de oxígeno. En fin podríamos asegurar, sin temor a equivocarnos, que el flogisto vendría a ser el primer antielemento; de hecho para explicar el hecho de que las "cenizas" de un metal pesaban más algunos partidarios de la teoría del flogisto sugirieron que poseía un "peso negativo" y que cuanto más flogisto perdía una sustancia más pesaba ésta. Aunque la teoría de Stahl resultó ser errada, los intentos por demostrarla y/o derribarla dieron lugar a uno de los mayores avances científicos de la historia de la Química.


Referencias:

Información:
- Alfonseca, M.; "Grandes Científicos de la Humanidad", Espasa Calpe, Madrid, 1998.
- Asimov, I. ; "La Búsqueda de los Elementos", Plaza & Janes, Barcelona, 1986.
- Choppin, G.R.; Jaffe, B.; "Química: Ciencia de la materia, la energía y el cambio", Publicación cultural S.A., Méjico DF, 1967.

Imágenes:
- Enciclopedia Británica on-line: http://www.britannica.com/eb/art-8793/Johann-Joachim-Becher-detail-from-an-engraving
http://www.britannica.com/ebi/art/print?id=14482&articleTypeId=0
- Departamento de Química de la Universidad de Michigan: http://www.chemistry.msu.edu/Portraits/PortraitsHH_Detail.asp?HH_LName=Priestley
- General Anaesthesia: http://www.general-anaesthesia.com/images/antoine-lavoisier.html

2 comentarios:

Unknown dijo...

qué buena forma de contar la historia! voy a hacer un copy/paste de un fragmento para mis chicos de secundaria, posteando tu blog, por supuesto :-)

Diego Manuel Ruiz dijo...

Gracias Jimena por tus palabras! Espero que te sea de utilidad en el trabajo con tus alumnos.